miércoles, 12 de agosto de 2015

Oliver Sacks: su maravilloso viaje del Berilio al Bismuto




Desde que tenía cuatro años y alguien le regaló una tabla periódica de los elementos Oliver Sacks le ha venido prestando atención a los elementos que marcan sus años. Comenzó con el Berilio, Be, el cuarto elemento de la tabla periódica, y en Junio de este año cumplió 82 años, el año del Plomo (Pb). Lamentablemente el Dr. Sacks nos dice que no llegará al número 83, el Bismuto, Bi, ya que padece de un cáncer generalizado, el cual hace imposible un tratamiento efectivo. El Dr. Sacks sigue escribiendo su columna en el New York Times, en la cual trata de manera muy desapasionada y objetiva su aflicción y su enfrentamiento con la muerte, al mismo tiempo que los temas científicos que han ocupado su atención por décadas.
Acabo de leer su biografía “On the Move” y estoy todavía bajo el efecto del impacto que me produjo leerla, por su candidez y por la manera como narra lo que ha sido una vida apasionante, llena de aventuras físicas e intelectuales. Hijo de una pareja de médicos judíos, Oliver sacks nació en Londres y tuvo tres hermanos, dos de ellos también médicos como él y sus padres y uno aquejado de una enfermedad mental que le obligó a llevar una vida muy restringida, casi siempre en la casa de sus padres.
Sacks emigró a USA después de graduarse y se radicó en California durante sus primeros años de trabajo como médico. Se compró una moto en la cual andaba centenares de kilómetros cada fin de semana, con un atuendo muy similar al de Marlon Brando en su película “The Wild One”. 

Sus años en California estuvieron caracterizados por una vida libre, poco productiva profesionalmente, llena de experimentación con drogas de varios tipos que hicieron peligrar su vida. Cercano a los 40 años parecía destinado a ser un miembro del montón de gente talentosa que no ha sabido que hacer con su vida. Se mudó a Nueva York donde ha residido desde entonces y cambió su actividad, de investigador médico a médico clínico, encargándose de un grupo de pacientes sobrevivientes de una epidemia de encefalitis que había matado a miles en los Estados Unidos. Con el cuidado de ese grupo y su maravilloso hábito de escribir incesantemente sobre sus experiencias (ha llenado más de mil diarios durante su vida), el Dr. Sacks comenzó a documentar los resultados de darles L-Dopa a los pacientes y de cómo reaccionaban a esa droga. Acompañó sus diarios con la filmación de algunos de los pacientes y publicó artículos científicos que llamaron la atención. Con la aprobación de sus pacientes, escribió un libro sobre su experiencia: “Awakenings”, luego convertido en un film protagonizado por Robín Williams y Robert De Niro. Ese libro y, sobre todo ese film, lo hicieron famoso. A partir de ese momento el Dr. Sacks encontró su camino. Se convirtió en un médico clínico notable pero, más importante aún, en un naturalista de increíble capacidad de interesarse en todo lo que se relaciona con el hombre y la naturaleza. Su interés se extendió a la biología marina, a la música, a los mecanismos de la conciencia humana, a la anatomía y fisiología del cerebro. Escribía poseído de una inmensa urgencia e insaciable curiosidad. Descubrió que podía transmitir los conceptos e ideas más complejas generadas por sus colegas, o por el mismo, en un lenguaje sencillo y de calidad literaria, algo que es un don precioso y poco común. Escribió “El hombre que confundió a su esposa con un sombrero”, una colección de casos clínicos fascinantes; “Alucinaciones”; “Musicofilia”; “El Ojo de la Mente”; una memoria temprana llamada “Tío Tungsteno”, su biografía ya mencionada y otras obras. Se hizo amigo de una élite intelectual, de poetas como W.H. Auden, paleontólogos como Stephen Jay Gould, colegas científicos como Gerald Edelman, premio Nobel en Biología  y Francis Crick.
La vida de Oliver Sacks ha sido una espiral creciente de hallazgos intelectuales. Las ideas de Edelman sobre el Darwinismo neuronal que representan una revolución en el campo del conocimiento  de la función cerebral fueron “traducidas” por Sacks en un lenguaje sencillo. Sin duda, se inspiró en las ideas de Stephen Jay Gould sobre evolución expresadas en su libro “Ontogenia Y Filogenia”. La Ontogenia, la vida de un ser humano, recapitula la Filogenia, la vida de la especie. Los principios darwinianos de la evolución pueden estudiarse a nivel filogénico y también a nivel ontogénico. Más aún, dice Edelman, también pueden verse a nivel de las neuronas cerebrales, entre las cuales existe un proceso de supervivencia del más apto. Según Edelman “cada percepción es un acto de creación”.

Sacks ha podido ver que en cada cerebro existe un universo. Sus escritos confirman la maravillosa intuición de William Blake, el extraño poeta que escribió:

“To see a World in a Grain of Sand
And a Heaven in a Wild Flower,
Hold Infinity in the palm of your hand
And Eternity in an hour

Mi traducción:
Ver el mundo en un grano de arena
Y el cielo en una flor silvestre
Tener el infinito en la palma de tu mano
Y la eternidad en una hora

¿Sabría William Blake que 200 años después Oliver Sacks estaría viviendo su poema?
Cristales de Bismuto

Es probable que el Dr. Sacks no llegue a su cumpleaños 83, el Bismuto, pero su vida y su obra son ya tan maravillosas que, en mi opinión, ya han cubierto toda la tabla periódica, la cual ya anda por los 112 elementos.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Otro que tiene cancer pero en el higado y ademas metastasis, es el expresidente Carter a sus 90 años.

Aquel que hizo tanto daño a Venezuwela cuando afirmaba: el ex presidente Jimmy Carter ratificó lo que dijera una de las expertas del Centro Carter: "de las 92 elecciones que hemos monitoreado, yo diría que el proceso electoral en Venezuela es el mejor del mundo."
Bullshit!!!